Da vértigo asomarse a los ventosos acantilados o contemplar la punta partida del cabo en el islote que se conoce con el nombre de Vilán de Fóra. Es interesante efectuar la aproximación por el camino más difícil,
el que se vuelca sobre el mar en la pista de tierra y arena que, desde Arou, pasa por la ensenada de O Trece entre los cabos Veo y Tosto. El arenal de O Trece es uno de los más salvajes y como el resto del
trayecto permanece virgen, sin construcciones humanas.
Dispone de un faro, el Faro de Cabo Vilán, que señala uno de los tramos más peligrosos de la Costa da Morte, pero también de los más hermosos. Erguido a 125 metros de altitud y unido al antiguo edificio de los fareros, posee un potente cañón de luz capaz de alcanzar las 28-30 millas marinas (55 km). El enclave ya fue declarado de Interés Nacional en el año 1933 y desde siempre aparece descrito como rocoso y acantilado.
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